Espíritu Santo, sino que muchas lo hacen según la carne; con todo, yo estaría más dispuesto a aceptar la opinión de una compañía del pueblo de Dios que la mía propia en lo tocante a un asunto tan personal como mis propios dones y virtudes. De cualquier modo, ya sea que aprecies el veredicto de la iglesia o no, una cosa está clara: que ninguno puede ser pastor sin el consentimiento amoroso del rebaño. Por tanto, esto supondrá para ti un indicador práctico aunque no sea correcto. Si el llamamiento
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